sábado, 20 de noviembre de 2010




Cuantas veces habrá pasado, por aquí cuantas veces ha dicho que vivía ahí, hace años.
Uno de esos días en los que nunca te sale nada bien, cuando vas a darle un sorpresa a alguien y no está, cuando llueve a más no poder, te comes un dulce de chocolate, para estar mejor y llamas a tu amiga, pero como es uno de esos días, tampoco está.
Es como si pasarán un montón de cosas, para que no hagas lo que quieres hacer, si no lo menos que esperas hacer.
Pasas por ese portal, cuantos años tendrá ahora... que será de su vida.
Comienza a hacerse preguntas a ella misma, se llena de dudas y de curiosidad, ante como podría ser el estar al lado de ellos de nuevo, tantos años cuidándola cuando era un bebe, una niña.
Hicieron de Papa
nöel, de reyes magos, te cuidaron cuando mamá no podía, eran como unos abuelos, eran los vecinos de al lado, que cogen con cariño a dos niñas , pequeñas, ellos que la vieron aprender a caminar, ellos que le enseñaron la belleza de las flores, los que les enseñaron a como decir chocolate, en vez de cocholate.
Ahora ella se encuentra en el portón, no sabe si apretar el botón para volver a verlos
después de cuatro años, le tiemblan las manos y su pulso ya no es exacto, y si no le reconocen ¿Qué hará? ¿Saldrá corriendo, como hacía cuando era pequeña? Que tocaba en su puerta y se escondía en la escalera para darle un pequeño susto.

Paró de pensar un momento, se armó de valor, y pulsó el botón. Pulsó aquel botón que contenía sus nombres.
Nadie abrió ¿Que hubiera pasado, si se hubiera ido y solo fue un intento?¿Qué hubiera pasado si se hubiera rendido?
Esperó un poco, pero nada, no abrían. De repente alguien abrió la puerta del enorme portal.
Una señora, su abuela y una pequeña niña, sonrió, una de las sonrisas más grandes que le ha salido, subió el escalón del portal y dio las gracias.
Y al lado de la puerta se encontraban los buzones, los miró y recordó que cuando era pequeña no llegaba ni a los que estaban más abajo, pero hoy si llegaba; llegaba incluso a los que estaban más altos.
Giró la cabeza y se fijó en las escaleras, que bajaba
emocionada para ir al colegio, y que recordaba con amor, cuando su padre la llevaba en brazos después de una cena familiar, cada paso, cada escalón que daba, le llegaba un recuerdo, cuantas veces habrá bajado para jugar con su hermana pequeña, o para ensayar sus competiciones de karate.
Estaba llegando al segundo piso, donde vivían ellos, y ella.
Desde la escalera se veía la cortina de su casa, aquel piso vendido.
Era una cortina de cuadros verdes.
Vio las puertas de los pisos, 2º centro y 2º a la izquierda.
El de ellos era el 2º centro, estuvo más de diez minutos pensando que les diría, que haría ¿Les abrazaría?

Bff... no aguanto más tengo que tocar, con algo que me salía de dentro le di al timbre, y me abrió él, me abrió Santiago, en un segundo pensé tanto, lo recordaba más gordito, más alegre y más ágil.
- Lo siento no compramos nada.
¡No me lo puedo creer!. No me ha reconocido, y rompí a llorar después de que me cerrara la puerta. Me tumbé en el suelo, era demasiado tarde para todo, para hablar con ellos, para contarle de mi vida.
Cada
lágrima que daba era otra vez de nuevo un recuerdo que tenía con ellos, convertidos en dolor.
¿Qué
hubiera pasado, si me hubiera ido?
No lo hice, no sé por que pero ese día, pasaron demasiadas cosas que no eran casualidad, aquel novio del entonces no estaba en su casa, mi mejor amiga estaba limpiando, pasé por su casa, y me abrieron la puerta, había llegado ahí casi sin darme cuenta, era el momento de tomar una decisión y no dejarme llevar por acciones que pasaban.
Esta vez toqué en la puerta con mis manos, nada de timbres, me acerqué lo más posible a la puerta, y cuando de nuevo me abrió; antes de que dijera palabra le dije, que era
Elisita.
Se quedó muchísimo tiempo mirándome y me dijo que si, que tenía los mismos ojos y la misma sonrisa, que cuando tenía dos años, siete años, diez años y doce años, y que con 15 seguía siendo la misma. Me abrazó y lloramos juntos.
-Santiago. ¿Quién es ?.- La
vi, de nuevo otra vez juntos, después de años.
-Ángeles, es
Elisita.
-¿Qué dices Santiago? Esta chica no puede ser
Elisita, no, no puede ser.
- Si, si que lo soy
Me abrazó lloró, sollozó, ya era de su altura, y se apoyo en mi hombro.

Estuvimos hablando todo lo posible, días después le dije a mi hermana que viniera conmigo.
Fuimos un día más.
Paso verano , y era su cumpleaños en noviembre y ayer le hicimos un bonito regalo, compramos una caja preciosa de madera la llenamos de
ferrero rochers y en el fondo de la caja metimos una carta, de nosotras.
Ayer jugamos a dominó, hablamos de nuestras vidas del instituto; no puedo para de sonreír cuando estoy con ellos.




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